De repente vi una frase: "Lo más inteligente de la IA no es que pueda calcular, sino que te entiende."
Me quedé paralizado durante dos segundos, pensando: ¿por qué debería entenderme? Ni siquiera mi ex me entiende. Luego, al pensarlo detenidamente, realmente es así. La "inteligencia" de la IA depende de los datos. Quien tenga más datos, su modelo será más inteligente. Pero surge el problema: ahora los datos públicos han sido exprimidos, y para que la IA siga avanzando, necesitará depender de "datos privados".
Los datos privados son las huellas que dejamos en línea todos los días: lo que pediste de comida a domicilio hoy, lo que buscaste, cuántas veces viste un video determinado, todo eso. El problema es que en el pasado no nos atrevíamos a compartir. Teníamos miedo de ser vendidos, miedo de ser espiados, miedo de ser utilizados. ¿Y qué pasó? Cuantos más datos hay, más valiosos son, pero las ganancias no han llegado a nuestros bolsillos.
Hasta que más tarde investigué dos proyectos: @brevis_zk y Vana, fue cuando sentí que esto tenía futuro. La lógica de Brevis es simple: Puedes permitir que otros "usen" tus datos, pero los demás no pueden verlos. Con esta tecnología de prueba de conocimiento cero (ZK), otros pueden verificar que "el resultado del cálculo es verdadero", pero no pueden ver "qué datos has proporcionado". Es como si le dijeras a alguien que pesas 100 jin (resultado del cálculo), pero no dejas que otros vean cómo te pesaste (datos originales).
Vana hizo otra cosa más: Permite a los usuarios formar una "comunidad de datos", donde todos comparten datos voluntariamente, creando un "pool de activos de datos". Por ejemplo, si 1000 personas contribuyen con datos de salud y datos de ejercicio, la IA podrá entrenar un modelo sin revelar la privacidad. El dinero que gana el modelo se redistribuirá entre todos.
Esta pareja hace que la lógica tenga sentido: Brevis se encarga de "seguridad y confianza", Vana se encarga de "organización y distribución". Uno que hace "prueba de criptografía", y otro que hace "ciclo cerrado económico". El resultado final es: Tus datos son tuyos, tu privacidad está protegida y además puedes ganar dinero.
Este no solo es un punto de inflexión para la IA, sino también una reescritura de la estructura de confianza. En este nuevo mundo, los datos ya no son el mineral monopolizado por las plataformas, sino que son "medios de producción" en nuestras propias manos. Un día, cuando la IA vuelva a decir "te entiendo", Eso no es porque te estuviera espiando, sino porque tú se lo enseñaste con tus propias manos.
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De repente vi una frase: "Lo más inteligente de la IA no es que pueda calcular, sino que te entiende."
Me quedé paralizado durante dos segundos, pensando: ¿por qué debería entenderme? Ni siquiera mi ex me entiende.
Luego, al pensarlo detenidamente, realmente es así. La "inteligencia" de la IA depende de los datos. Quien tenga más datos, su modelo será más inteligente. Pero surge el problema: ahora los datos públicos han sido exprimidos, y para que la IA siga avanzando, necesitará depender de "datos privados".
Los datos privados son las huellas que dejamos en línea todos los días: lo que pediste de comida a domicilio hoy, lo que buscaste, cuántas veces viste un video determinado, todo eso.
El problema es que en el pasado no nos atrevíamos a compartir. Teníamos miedo de ser vendidos, miedo de ser espiados, miedo de ser utilizados. ¿Y qué pasó? Cuantos más datos hay, más valiosos son, pero las ganancias no han llegado a nuestros bolsillos.
Hasta que más tarde investigué dos proyectos: @brevis_zk y Vana, fue cuando sentí que esto tenía futuro.
La lógica de Brevis es simple:
Puedes permitir que otros "usen" tus datos, pero los demás no pueden verlos.
Con esta tecnología de prueba de conocimiento cero (ZK), otros pueden verificar que "el resultado del cálculo es verdadero", pero no pueden ver "qué datos has proporcionado".
Es como si le dijeras a alguien que pesas 100 jin (resultado del cálculo), pero no dejas que otros vean cómo te pesaste (datos originales).
Vana hizo otra cosa más:
Permite a los usuarios formar una "comunidad de datos", donde todos comparten datos voluntariamente, creando un "pool de activos de datos".
Por ejemplo, si 1000 personas contribuyen con datos de salud y datos de ejercicio, la IA podrá entrenar un modelo sin revelar la privacidad. El dinero que gana el modelo se redistribuirá entre todos.
Esta pareja hace que la lógica tenga sentido:
Brevis se encarga de "seguridad y confianza", Vana se encarga de "organización y distribución".
Uno que hace "prueba de criptografía", y otro que hace "ciclo cerrado económico".
El resultado final es:
Tus datos son tuyos, tu privacidad está protegida y además puedes ganar dinero.
Este no solo es un punto de inflexión para la IA, sino también una reescritura de la estructura de confianza.
En este nuevo mundo, los datos ya no son el mineral monopolizado por las plataformas, sino que son "medios de producción" en nuestras propias manos.
Un día, cuando la IA vuelva a decir "te entiendo",
Eso no es porque te estuviera espiando,
sino porque tú se lo enseñaste con tus propias manos.