Washington lo ha arruinado de nuevo.

El 5 de noviembre, el Senado volvió a tirar a la basura el proyecto de ley de financiación temporal. Ahora, la duración del cierre del gobierno superará los 35 días, estableciendo un nuevo récord, el más largo de la historia.

¿Suena a una farsa política? Pero el mercado no lo ve así.

**¿A dónde va el dinero cuando la máquina se detiene?**

Cuando el gobierno cierra, la reacción en cadena llega: no se publican datos económicos, las políticas caen en un vacío, la liquidez del dólar comienza a descontrolarse y el sistema de crédito muestra fisuras. Los veteranos de Wall Street conocen bien este juego: cada vez que hay un cierre, su primera reacción no es esperar noticias, sino mover activos.

Esta vez es igual. Solo que, el flujo de capital es un poco inusual.

**¿De dónde nos retiramos de la centralización?**

En el pasado, cuando ocurría algo así, solo había tres opciones: oro, franco suizo y yen japonés. Pero ahora hay una nueva opción: aquellos sistemas en cadena que no se detienen porque el Congreso está en desacuerdo.

Piénsalo, las finanzas tradicionales dependen de la validación del gobierno, del funcionamiento de los bancos y de la actualización de datos. Una vez que estos engranajes se atascan, todo el sistema se paraliza. Pero la blockchain no funciona así, el código sigue ejecutándose, las transacciones siguen fluyendo, los datos son transparentes y se pueden verificar, no se necesita la aprobación de nadie.

Infraestructuras como Polygon están aprovechando esta ola de "transferencia de confianza".

**No es un cisne negro, es un punto de inflexión**

¿Considerar el cierre del gobierno como un evento aislado? Eso es demasiado ingenuo. Esta es una señal de reestructuración del orden financiero:

- Los bonos del gobierno no se pueden emitir, el crédito en dólares pierde valor, los inversores comienzan a buscar alternativas
- La interrupción de datos y el vacío de políticas aumentan la demanda de refugio debido al pánico.
- La vulnerabilidad de los sistemas centralizados ha sido repetidamente verificada, y el discurso sobre la descentralización se cuenta cada vez con más fluidez.

Lo que es aún más grave es el contexto: los rendimientos de la deuda pública de EE. UU. son absurdamente altos, y el déficit fiscal sigue… (los datos posteriores ya los entienden)

El capital no es tonto. Cuando los antiguos sistemas empiezan a ser poco fiables, ellos mismos encontrarán el camino.