La semana pasada, un amigo que trabaja en tecnología financiera (fintech) con quien tomé té, tenía una expresión preocupada: "Tengo 500 millones en cuentas por cobrar y quiero convertir eso en activos en la cadena para probar. Pero después de buscar por ahí, me di cuenta de que no sé cómo pasar la barrera de la regulación, y además tengo miedo de mezclar fondos minoristas y causar problemas. Consulté varias soluciones de cross-chain, pero ninguna se atrevió a aceptar el trabajo."

Por otro lado, el veterano en DeFi, A-Kai, también se quejaba en el grupo: "Ahora en ciertos protocolos, las instituciones representan el 40% del capital. Si algunos grandes jugadores deciden cambiar los parámetros de liquidación, ¿no estaremos los pequeños inversores esperando ser cosechados?"

Este asunto en realidad es bastante contradictorio. En el sector financiero tradicional, hay dinero, pero no se atreven a moverlo fácilmente a la cadena: temen a la regulación, a fallos en el control de riesgos, o a mezclar fondos de origen desconocido. Por otro lado, en el ecosistema blockchain, realmente se necesita que grandes fondos entren para sostener el mercado, pero también preocupa que, con más instituciones, las reglas de "el código es la ley" puedan cambiarse a "el capital manda".

Proyectos como Morpho se encuentran en esta posición incómoda. Para las instituciones, es como un "pase de regulación"; para la comunidad, es más bien una "pared de aislamiento de riesgos". Pero, en realidad, nadie sabe si este camino podrá recorrerlo sin problemas.

Muchos piensan que las instituciones entran en DeFi en busca de altos rendimientos. Pero no es del todo cierto. Esos retornos anuales del 10% no son gran cosa para ellos; lo que realmente les atrae son las "herramientas de protección" que algunos protocolos ofrecen — como pools de fondos independientes, parámetros de control de riesgos personalizables, y estructuras que parecen pasar por alto las auditorías regulatorias.

En resumen, ahora hay dos grupos con sus propios intereses: uno que quiere entrar pero no se atreve, y otro que da la bienvenida pero teme que traiga problemas. La integración entre el mundo financiero tradicional y el mundo en la cadena apenas está comenzando.