¿El calendario de Warren Buffett? Casi en blanco la mayoría de las semanas. A veces solo una o dos reuniones esparcidas a lo largo de siete días. Nada más.

Cuando Bill Gates vislumbró por primera vez esa vacuidad, destruyó todo lo que creía sobre el éxito. Gates había estado viviendo de la manera opuesta: cada minuto contabilizado, compromisos uno tras otro, cero espacio para respirar. Había asumido que así operaban los ganadores. Llénalo bien. Mantente ocupado. Muévete rápido.

Pero el enfoque de Buffett contaba una historia diferente. El espacio no es pereza. Es estrategia. Espacio para pensar con claridad. Libertad para decir sí a lo que realmente importa y no a todo lo demás.

Ese vistazo cambió todo el marco de Gates. La productividad no se trata de llenar el tiempo. Se trata de protegerlo. Las mejores decisiones no provienen de apresurarse a través de un horario lleno; provienen de tener el espacio para ver lo que realmente importa.