El 3 de noviembre de 2025. La comunidad de repente se quedó en silencio.

Aquellos que todos los días gritaban "¡El mercado alcista llegará!", parecían haberse olvidado colectivamente y no dijeron nada. Algunos abrieron silenciosamente su app de comida a domicilio y volvieron a estar activos, otros sacaron de la esquina su triciclo de entregas para limpiarlo, y los que trabajan en Didi cambiaron su estado de "no aceptando pedidos" a "en línea" de nuevo.

Lo más sorprendente fue que, el día anterior, un amigo que calculaba un "espacio de 10 veces" ya había vuelto a la obra, cargando ladrillos en el sitio de construcción—antes de entrar, se aseguró de limpiar el polvo de su casco de seguridad; el capataz lo miró y asintió, diciendo: "Este chico es trabajador, esa actitud es buena". La chica que canta en el bar también dejó de revisar las cotizaciones y se concentró en ajustar el micrófono para la noche; el cajero de la tienda de conveniencia sacó su carta de renuncia del cajón y la rompió, diciendo: "Voy a pensarlo un poco más".

El grupo de chat, que desde la mañana tenía 300 mensajes sin leer, ahora solo tiene 5 al día. La realidad es como un balde de agua fría que despierta a todos.

Pero lo extraño es que nadie está realmente desesperado. Aquellos que han vuelto a buscar otra forma de ganarse la vida todavía tienen las apps en sus teléfonos, solo que ya no se quedan mirando las gráficas en silencio. Quizás algún día, en el grupo volverá a sonar esa frase familiar—solo que esta vez, todos se asegurarán de tener algo de reserva en sus manos.