El mercado te enseña cosas que la mayoría de las personas nunca aprenden. Operar no es solo sobre gráficos y entradas—te despoja hasta lo más profundo de ti mismo. Tienes que enfrentarte a tu miedo cuando las posiciones se ponen en rojo. Necesitas una paciencia que la mayoría no puede soportar, viendo cómo pasan las oportunidades mientras esperas la configuración adecuada. La avaricia te tira cada segundo, susurrando que añadas más, y la disciplina es lo que te impide explotar. ¿La fortaleza mental necesaria? Pocos alcanzan ese nivel.

Pero aquí está la cuestión: si puedes dominarte a ti mismo a través del trading, te vuelves peligroso en todos los demás ámbitos. El mercado es el maestro definitivo. Una vez que te entrenas para controlar el pánico, gestionar el riesgo racionalmente y pensar más allá de los próximos 5 minutos, has mejorado fundamentalmente la forma en que operas en la vida.