Imaginar que las instituciones adoptarán ese tipo de cadena de bloques completamente abierta y transparente, donde todos puedan ver todo, es demasiado optimista. En la realidad, las instituciones nunca comprometen la privacidad, la conformidad y la protección de los procesos internos. Para realmente llevar las finanzas a la cadena, solo la transparencia técnica no es suficiente. La capa de privacidad, la gestión de permisos y el marco de cumplimiento son las necesidades básicas de las aplicaciones a nivel institucional. Para que la cadena de bloques entre en el mundo institucional, primero deben aprender a encontrar un equilibrio entre «descentralización» y «restricciones del mundo real». De lo contrario, será solo una ilusión.