Desde la advertencia de "volver a cero" hasta el regreso del "rey", ¿qué ha pasado realmente con FIL?
Déjame contarte algo, recientemente el “Museo de Experiencias del Mundo Futuro” que está justo debajo de mi departamento, que llevaba años cerrado, de repente empezó a hacer filas enormes, dicen que el dueño cambió todas las gafas de realidad virtual por las últimas versiones, incluso se pueden oler los aromas, y eso atrajo a mucha gente a hacerse tarjetas.
Esta escena me hizo pensar en el reciente frenesí de ciertos activos digitales, como ese llamado Filecoin, que hace poco parecía estar en las últimas, y de repente empezó a "resurgir con estilo".
Muchos me han preguntado: "Profe, ¿ves? La tecnología ha mejorado, el ecosistema se ha implementado, entonces ahora sí que se descubre valor, ¿no?"
Cada vez que escucho esas palabras de "descubrimiento de valor", siento una especie de risa y llanto a la vez.
Es como si el dueño del museo te dijera: "Ahora no solo podemos ver, sino también oler el futuro", y por eso nuestra tarjeta de membresía vale eso.
Pero en esencia, sigues en esa pequeña habitación oscura con las gafas puestas, y la razón por la que estás dispuesto a pagar no es porque realmente necesites "oler" el futuro, sino porque ves que todos están haciendo fila, y tienes miedo de quedarte afuera.
Por eso hoy debemos hacer un "desmitificación".
Lo que vamos a discutir no es el precio de un código que sube o baja, sino un tema eterno en el mundo financiero: las historias, o mejor dicho, la "narrativa".
En muchas ocasiones, especialmente cuando algo nuevo acaba de salir y nadie lo entiende, el valor de un activo, en su esencia, es el precio de su "narrativa".
No compras su presente, ni siquiera su futuro, sino una "posibilidad" que te hace vibrar.
Tomemos como ejemplo esto llamado FIL, para analizarlo.
¿Cuál es su narrativa central?
"Almacenamiento descentralizado", la "base de datos" en la era Web3.
Esta historia es muy grandilocuente, y significa que en el futuro nuestros datos ya no estarán en los servidores de Amazon o Google, sino dispersos como pimienta por todo el mundo, en los discos duros de innumerables mineros, seguros, resistentes a la censura y que nunca perderán la información.
¿No suena emocionante?
Es como la Declaración de Independencia del mundo digital.
Pero si traducimos esta narrativa grandilocuente a un escenario de "una banda de barrio", entenderás rápidamente.
Es como si nuestro vecindario quisiera construir una biblioteca, pero no tiene dinero para comprar el terreno ni construir un edificio, así que la comunidad decide: "No pongamos los libros en nuestras casas, cada uno toma unas páginas y las cuidamos entre todos".
Zhang San guarda la primera página de "Guerra y Paz", Li Si guarda la segunda, Wang Wu la tercera... y así, en teoría, mientras haya un vecino, ese libro nunca se perderá.
Eso es "descentralización".
Suena genial, pero en la práctica, ¿cómo funciona?
Cuando quieres leer ese libro, primero tienes que ir a la comunidad (que en este caso es la red), y pedir que te pasen las páginas.
Este proceso toma tiempo y cuesta "dinero de trámite" (Gas).
¿Y si Zhang San se muda o su disco duro se rompe?
Aunque la comunidad dice que tiene mecanismos de respaldo, y que Zhao Liu también tiene una copia de la primera página, el costo de comunicación y recuperación es claramente mucho mayor que ir a una biblioteca centralizada.
Las llamadas "mejoras tecnológicas" recientes, como la máquina virtual FVM, si las comparas con esta biblioteca de barrio, sería como que la comunidad anuncie: "¡Buenas noticias! Ahora no solo podemos guardar libros, sino también hacer clubes de lectura, vender café, organizar firmas...". Claro, es algo positivo, aumenta las funciones de la biblioteca.
Y que el Gas se "rebaje a la mitad", sería como que la comunidad diga: "¡Buenas noticias! La tarifa para intercambiar libros ahora será la mitad". También es bueno, reduce costos operativos.
Pero el problema clave es que estas mejoras solo hacen que la experiencia de esta "biblioteca vecinal" pase de "muy difícil de usar" a "bastante difícil", sin cambiar en el fondo una cosa: para la mayoría de las aplicaciones comerciales que necesitan leer y escribir datos de forma eficiente, barata y estable, seguirán prefiriendo ir a la biblioteca del centro de la ciudad (Amazon AWS, Alibaba Cloud), que es mucho más rápida y económica.
Aquí hay una bomba de conocimiento frío: en el mundo Web3, el costo de almacenar y acceder a datos, especialmente en lecturas frecuentes, todavía es astronómico.
El mayor valor del almacenamiento descentralizado radica en "guardar" y "no mover" los datos.
Es ideal para almacenar cosas que quieres que permanezcan allí para siempre, pero que no necesitas acceder a menudo, como registros legales o obras digitales que deseas que perduren.
Es como una caja fuerte digital, no un almacén para uso diario.
Al entender esto, al volver a ver el frenesí del mercado, notarás que hay una lógica equivocada.
El mercado está usando la lógica de un "depósito" para especular con el precio de una "caja fuerte".
Las instituciones entran, los minoristas FOMO (miedo a perderse) se vuelven locos, todos hablan de cuánto ha subido el TVL (valor total bloqueado), cuántas aplicaciones nuevas hay.
Pero detrás, la lógica humana es simple: la historia vuelve a sonar bien.
En una larga fase bajista, todos estaban cansados del viejo cuento de "almacenamiento descentralizado", y ahora, las nuevas historias —"explosión del ecosistema" y "reducción de costos"— se añaden como efectos especiales en una película vieja y aburrida, y la gente vuelve a querer pagar por verla.
Esto se repite en la historia.
En la burbuja ferroviaria del siglo XIX, la gente no invertía en eficiencia de transporte, sino en el sueño de "conectar todo el país".
En la burbuja de internet del 2000, no invertían en la rentabilidad de las empresas, sino en "los ojos", en las visitas a los sitios web.
Hoy, muchos invierten en proyectos Web3 no por su utilidad actual, sino en una narrativa de "revolución futura".
Por eso, al valorar estos activos, no basta con análisis técnico o fundamental.
Hay que incorporar una dimensión de "narrativa".
Pregúntate: ¿en qué capítulo está ahora esta historia?
¿Hay mucha gente escuchando?
¿Han llegado nuevos narradores más hábiles?
¿Algún evento externo, como políticas o macroentorno, ha añadido un "buff" a la historia?
Cuando una narrativa empieza a declinar o es reemplazada por otra más grande, por muy buena que sea la tecnología, su precio puede caer en picada.
Y al revés, aunque su fundamentación sea débil, si la narrativa es fuerte y atractiva, puede despegar.
No se trata de acierto o error, sino del funcionamiento de la naturaleza humana, que es donde reside el encanto y la crueldad del mercado financiero.
Por supuesto, nosotros, los simples mortales, aunque entendamos la esencia de la narrativa, nos resulta difícil mantener la disciplina en medio del frenesí del mercado.
Al final, perder una oportunidad de "enriquecerse rápidamente" duele más que perder dinero.
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Desde la advertencia de "volver a cero" hasta el regreso del "rey", ¿qué ha pasado realmente con FIL?
Déjame contarte algo, recientemente el “Museo de Experiencias del Mundo Futuro” que está justo debajo de mi departamento, que llevaba años cerrado, de repente empezó a hacer filas enormes, dicen que el dueño cambió todas las gafas de realidad virtual por las últimas versiones, incluso se pueden oler los aromas, y eso atrajo a mucha gente a hacerse tarjetas.
Esta escena me hizo pensar en el reciente frenesí de ciertos activos digitales, como ese llamado Filecoin, que hace poco parecía estar en las últimas, y de repente empezó a "resurgir con estilo".
Muchos me han preguntado: "Profe, ¿ves? La tecnología ha mejorado, el ecosistema se ha implementado, entonces ahora sí que se descubre valor, ¿no?"
Cada vez que escucho esas palabras de "descubrimiento de valor", siento una especie de risa y llanto a la vez.
Es como si el dueño del museo te dijera: "Ahora no solo podemos ver, sino también oler el futuro", y por eso nuestra tarjeta de membresía vale eso.
Pero en esencia, sigues en esa pequeña habitación oscura con las gafas puestas, y la razón por la que estás dispuesto a pagar no es porque realmente necesites "oler" el futuro, sino porque ves que todos están haciendo fila, y tienes miedo de quedarte afuera.
Por eso hoy debemos hacer un "desmitificación".
Lo que vamos a discutir no es el precio de un código que sube o baja, sino un tema eterno en el mundo financiero: las historias, o mejor dicho, la "narrativa".
En muchas ocasiones, especialmente cuando algo nuevo acaba de salir y nadie lo entiende, el valor de un activo, en su esencia, es el precio de su "narrativa".
No compras su presente, ni siquiera su futuro, sino una "posibilidad" que te hace vibrar.
Tomemos como ejemplo esto llamado FIL, para analizarlo.
¿Cuál es su narrativa central?
"Almacenamiento descentralizado", la "base de datos" en la era Web3.
Esta historia es muy grandilocuente, y significa que en el futuro nuestros datos ya no estarán en los servidores de Amazon o Google, sino dispersos como pimienta por todo el mundo, en los discos duros de innumerables mineros, seguros, resistentes a la censura y que nunca perderán la información.
¿No suena emocionante?
Es como la Declaración de Independencia del mundo digital.
Pero si traducimos esta narrativa grandilocuente a un escenario de "una banda de barrio", entenderás rápidamente.
Es como si nuestro vecindario quisiera construir una biblioteca, pero no tiene dinero para comprar el terreno ni construir un edificio, así que la comunidad decide: "No pongamos los libros en nuestras casas, cada uno toma unas páginas y las cuidamos entre todos".
Zhang San guarda la primera página de "Guerra y Paz", Li Si guarda la segunda, Wang Wu la tercera... y así, en teoría, mientras haya un vecino, ese libro nunca se perderá.
Eso es "descentralización".
Suena genial, pero en la práctica, ¿cómo funciona?
Cuando quieres leer ese libro, primero tienes que ir a la comunidad (que en este caso es la red), y pedir que te pasen las páginas.
Este proceso toma tiempo y cuesta "dinero de trámite" (Gas).
¿Y si Zhang San se muda o su disco duro se rompe?
Aunque la comunidad dice que tiene mecanismos de respaldo, y que Zhao Liu también tiene una copia de la primera página, el costo de comunicación y recuperación es claramente mucho mayor que ir a una biblioteca centralizada.
Las llamadas "mejoras tecnológicas" recientes, como la máquina virtual FVM, si las comparas con esta biblioteca de barrio, sería como que la comunidad anuncie: "¡Buenas noticias! Ahora no solo podemos guardar libros, sino también hacer clubes de lectura, vender café, organizar firmas...". Claro, es algo positivo, aumenta las funciones de la biblioteca.
Y que el Gas se "rebaje a la mitad", sería como que la comunidad diga: "¡Buenas noticias! La tarifa para intercambiar libros ahora será la mitad". También es bueno, reduce costos operativos.
Pero el problema clave es que estas mejoras solo hacen que la experiencia de esta "biblioteca vecinal" pase de "muy difícil de usar" a "bastante difícil", sin cambiar en el fondo una cosa: para la mayoría de las aplicaciones comerciales que necesitan leer y escribir datos de forma eficiente, barata y estable, seguirán prefiriendo ir a la biblioteca del centro de la ciudad (Amazon AWS, Alibaba Cloud), que es mucho más rápida y económica.
Aquí hay una bomba de conocimiento frío: en el mundo Web3, el costo de almacenar y acceder a datos, especialmente en lecturas frecuentes, todavía es astronómico.
El mayor valor del almacenamiento descentralizado radica en "guardar" y "no mover" los datos.
Es ideal para almacenar cosas que quieres que permanezcan allí para siempre, pero que no necesitas acceder a menudo, como registros legales o obras digitales que deseas que perduren.
Es como una caja fuerte digital, no un almacén para uso diario.
Al entender esto, al volver a ver el frenesí del mercado, notarás que hay una lógica equivocada.
El mercado está usando la lógica de un "depósito" para especular con el precio de una "caja fuerte".
Las instituciones entran, los minoristas FOMO (miedo a perderse) se vuelven locos, todos hablan de cuánto ha subido el TVL (valor total bloqueado), cuántas aplicaciones nuevas hay.
Pero detrás, la lógica humana es simple: la historia vuelve a sonar bien.
En una larga fase bajista, todos estaban cansados del viejo cuento de "almacenamiento descentralizado", y ahora, las nuevas historias —"explosión del ecosistema" y "reducción de costos"— se añaden como efectos especiales en una película vieja y aburrida, y la gente vuelve a querer pagar por verla.
Esto se repite en la historia.
En la burbuja ferroviaria del siglo XIX, la gente no invertía en eficiencia de transporte, sino en el sueño de "conectar todo el país".
En la burbuja de internet del 2000, no invertían en la rentabilidad de las empresas, sino en "los ojos", en las visitas a los sitios web.
Hoy, muchos invierten en proyectos Web3 no por su utilidad actual, sino en una narrativa de "revolución futura".
Por eso, al valorar estos activos, no basta con análisis técnico o fundamental.
Hay que incorporar una dimensión de "narrativa".
Pregúntate: ¿en qué capítulo está ahora esta historia?
¿Hay mucha gente escuchando?
¿Han llegado nuevos narradores más hábiles?
¿Algún evento externo, como políticas o macroentorno, ha añadido un "buff" a la historia?
Cuando una narrativa empieza a declinar o es reemplazada por otra más grande, por muy buena que sea la tecnología, su precio puede caer en picada.
Y al revés, aunque su fundamentación sea débil, si la narrativa es fuerte y atractiva, puede despegar.
No se trata de acierto o error, sino del funcionamiento de la naturaleza humana, que es donde reside el encanto y la crueldad del mercado financiero.
Por supuesto, nosotros, los simples mortales, aunque entendamos la esencia de la narrativa, nos resulta difícil mantener la disciplina en medio del frenesí del mercado.
Al final, perder una oportunidad de "enriquecerse rápidamente" duele más que perder dinero.